Wednesday, May 25, 2016

Ascendiendo a la cima de Centroamérica: Volcán Tajumulco.


Volcán Tajumulco

Altura: 4,220 msnm
Recorrido: 10 kms
Particularidad: Se puede ver la frontera con México y el poblado mexicano de Chiapas además del segundo volcán más alto de Centroamérica (y Guatemala) Volcán Tacaná.


Desde que nació mi amor por las montañas, navegué por Wikipedia buscando algunos ‘‘facts’’ y me encontré con el volcán Tajumulco, el más alto de Centroamérica. 

Desde allí comencé a soñar con él y sus 4,220 msnm de altura. Hasta entonces sólo había alcanzado los 3,820 msnm del Chirripó en Costa Rica  y los 3,475 msnm de nuestro Volcán Barú en Panamá.

Ya puedo decir que ese sueño se cumplió y a la vez, toda la travesía hasta su cima nos brindó muchas emociones, lecciones de vida y abrió nuestros ojos y mente a otras realidades. El volcán Tajumulco hizo erupciones en 1821 y en 1863, actualmente está inactivo contrario a otros volcanes en Guatemala como el Volcán de Fuego que durante nuestra estancia estaba haciendo erupción.

Fuimos dos las intrépidas en esta aventura: yo y mi amiga Kathia, ‘‘Samsara’’. Tomamos un transporte privado desde Antigua, donde nos recibimos el año nuevo 2016, hasta Xela. Después de ciertos contratiempos como quedarnos más de 40 minutos dando vueltas por Antigua porque el chófer no estaba para nada ubicado y recogiendo a más turistas en diferentes hostales, nos fuimos. El trayecto duró unas cinco horas con una parada técnica en la entrada de Panajachel (donde está el lago Atitlán y que después tuvimos la dicha de visitar). Finalmente llegamos a Xela y nos hospedamos en el hostal Black Cat, nos encantó y conversamos con algunos mochileros. 

Al día siguiente, a las 5 de la mañana, llegaría nuestro guía Saúl, nos dijo que teníamos que llevar mochilas grandes, cosa que no teníamos pues decidimos no llevar backpacks para no llamar la atención, sino mochilas de 35 Litros. La agencia nos proporcionó dos mochilas de unos 50 Litros y allí metimos el excesivamente pesado sleeping back, algo de comida, abrigos y ropa de frío. Un shuttle nos llevó a la terminal para ir a San Marcos en un auténtico Chicken Bus hasta Tacaná donde tomamos otro bus. En el bus recuerdo venían libritos de frases en uno de los idiomas maya. 

Ir en el chicken bus con un niño al lado, de semblante triste, ojos llorosos y todo apretado por la gente de pie, tuve un nudo en la garganta pues me pregunté hacia dónde iba y por qué no estaba contento y jugando como un niño debería... sonriendo, viviendo esos años que no vuelven más pero para él quizás representen duro trabajo e incertidumbre.

Llegamos finalmente a la comunidad de Tuichan donde el bus nos dejó en la entrada del sendero. Cabe destacar que la única manera de llegar es en bus o carro porque por decreto no se permiten entrada a shuttles.

Pasamos por una comunidad maya mam, donde el guía era muy conocido y querido por los niños. Empezamos el ascenso en caminos de tierra y mucho polvo hasta divisar un bosque de pinos a lo lejos. Todavía no veíamos la anhelada cima, que alcanzaríamos al día siguiente. 

Algo muy lindo es que nos encontramos a un chucho (perro en Guatemala) a la entrada y nos acompañó durante el almuerzo, era muy cariñoso y a cada rato nos saltaba encima, tristemente tenía una herida en la cabeza producto de una piedra, al parecer… En el momento que estuvo con nosotros, dimos y recibimos de su cariño pues fue excelente compañero en la montaña.



Pobladores indígenas utilizan parte del camino para cruzar de un pueblo a otro. A medida que ganábamos altura, nos vimos rodeadas de un paisaje surreal de pinos, neblina, nubes saliendo entre las demás montañas y así mismo incrementaba una sensación de mareos, para lo cual el guía envolvió mi cabeza con la bufanda de cuello que tenía a modo de turbante. Nos detuvimos para regular la respiración y disminuir el ritmo de nuestros pasos. Muchos curiosos nos preguntaban de donde somos y se alegraban cuando decíamos Panamá, pues sienten cada país centroamericano como hermano.

Habibi, habibi con mi turbante
No tiene partes realmente empinadas (subidas que se complican por la altura pero luego se nivela) sino que es más bien a lo largo y en forma de S el recorrido. Finalmente llegamos al campamento base a 3,987 msnm según un app de altímetro, o sea que al día siguiente el recorrido sería de unos 200 m y pico de elevación. Nosotras cargamos el sleeping bag y parte de la comida, sin embargo notamos que el equipo que le dio esta agencia al guía no era nada práctico: lonas pesadísimas, una carpa gigante, demasiadas ollas, tanto que él tenía una mochila de esas antiguas que tienen dos tubos de hierro. Todo un sherpa. Pensamos que deberían tener consideración con los guías que se sacrifican mucho y hacen este recorrido días seguidos e invertir en equipo ligero.

Basecamp
Esa noche, el guía nos preparó spaguetti con salsa roja y hongos con mucho queso parmesano, comida ciertamente pesada para tal altura pero tenía tanta hambre que lo comí todo. Esa noche, nos despertaron los bomberos para preguntarnos si habíamos visto a dos muchachas que estaban perdidas y habían entrado ese día a la montaña.

A las 4 de la mañana nos pusimos las botas dispuestas a hacer cumbre con un frío increíble, que congelaba las manos si nos quitábamos un momentito los guantes. El paso fue lento pues ya entrábamos en la zona de 4,000 m, uno siente que le falta el aire y hay que hacer algunas paradas para recuperarse hasta que finalmente llegamos a la cima.

Recuerdo esa emoción tan inmensa, más aún cuando uno de los amaneceres más espectaculares que he visto inundó todo de luz entre las nubes, haciendo de éste un día inolvidable y muy feliz. Tomamos avena de desayuno y después de un rato, unos chicos nos ofrecieron un traguito de Quetzalteca de durazno para entrar en calor ¡riquísima!

Durante el descenso, ya empezaba a hacer calor y las ‘‘chumpas’’ (abrigos) empezaban a estorbar. Nos despedimos de los amigos que hicimos en el camino que decían ¡Todos somos centroamericanos! Y hasta nos tomamos fotos con ellos.

Vimos también a gente buscando a las dos muchachas desaparecidas, estaban muy preocupados y tristes. Muchos subestiman al Tajumulco pero la realidad es que con niebla, es fácil desorientarse al ver todo el paisaje igual, perderse y pasar la noche sin un refugio, lo cual puede ser mortal pues se han dado casos de muertos por hipotermia. Incluso ya cuando terminamos de bajar, nos encontramos a las madres de las muchachas y les dimos algunas palabras de aliento, nos dijeron que querían venir a Panamá. Todo el pueblo se movilizó para tratar de encontrarlas, al final no supimos el desenlace de la historia.

Además de este episodio, me dio mucha tristeza ver la cantidad de basura que hay… Me recordó mucho a nuestro Volcán Barú y ojalá que los moradores y visitantes del volcán tomen consciencia y sepan manifestar el amor a la montaña sin ensuciarla, sin dejar rastro. Como dice la frase ‘‘deja sólo huellas, toma sólo fotografías’’

 


Tajumulco y su cima visible
Salió el sol y ya las chumpas empezaban a molestar. Bajamos con facilidad porque debíamos estar a tiempo para tomar nuestro bus directo a Panajachel.

Así concluye este relato, confieso que ir en Chicken Bus de regreso  fue un tanto traumático porque fuimos paradas y horriblemente cansadas… pero estábamos felices de nuestro logro.
En tan sólo dos días, pudimos palpar otras realidades de Guatemala que en otro post me gustaría comentarles, fueron muchas sorpresas positivas que tuvimos y de seguro vamos a volver a ascender más volcanes y a visitar lugares paradisíacos que nos faltaron como Semuc Champey.

Gracias por leer. 

Con cariño,

Nikki






#MTNbabes en la cumbra de Centroamérica