Friday, February 1, 2019

II. Monte Tláloc 4,680 msnm - Expedición Nevados Mexicanos 2018 Sin Rumbo




Siguiendo con el relato de la Expedición Nevados Mexicanos 2018 de Sin Rumbo , el domingo era el día de descanso pero también de seguir aclimatando... el siguiente destino era el lugar de culto, zona arqueológica y altar más alto del mundo, el ancestral Monte Tláloc, con 4,120 msnm. Más alto incluso que Machu Picchu.

Era primera vez que entrábamos al Parque Nacional Iztaccíhuatl—Popocatépetl (o Izta-Popo), en la entrada al sendero, hay un puestito de snacks con un señor muy amable, banquitas, un columpio, una cabaña... nos cuenta Martin que este sitio es ideal para acampadas familiares.

El sendero está relativamente marcado, bosques de pinos como de cuento encantado lo rodean... y hace bastante calor de día. Si fuese el mismo recorrido a nivel del mar sería sencillo pero llegando a 4,000 msnm de altura, caminé bastante lento, sabía que mi cuerpo estaba aclimatándose y llevar un ritmo suave sería de gran ayuda.

Debo admitir que lo único que me molestó un poco fueron los 4 Wheels que nos encontramos al final, su ruido y el polvorín que levantan y sofocan al caminante. Estos vehículos dañan mucho los senderos naturales pero bueno, si es permitido... :(



Así fue que llegamos a la cima, por un pasillo de piedra con un altar muy colorido, pequeño pero imponente. No pude evitar que sonara en mi mente la canción de Caifanes ''Aquí no es así'':

Sigues caminando sobre viejos territorios
invocando fuerzas que jamás entenderás.
Y vienes desde allá donde no sale el sol,
donde no hay calor;
donde la sangre nunca se sacrificó por un amor;
pero aquí...
no es así...
Vienes caminando ignorando sagrados ritos;
pisoteando sabios templos de amor espiritual.
Largas vidas siguen velando el sueño de un volcán;
para una alma eterna cada piedra es un altar.



A ratos se sentía una peregrinación en silencio, el paso que llevábamos era muy tranquilo como de procesión y contemplación. El lugar emanaba una vibra sagrada, una sensación de misticismo y paz. En la amplia cima hubo un momento de intenso sopor donde TODOS nos dormimos aún con el sol intenso. Despertamos recargadísimos y ahí supe que todo estaría bien (yo me sentía muy nerviosa por los próximos dos y difíciles ascensos: Iztaccíhuatl y Citlaltépelt o Pico de Orizaba) 

Descendimos contentos y agradecidos que el cuerpo estuviese más aclimatado y el espíritu recargado con esa energía ancestral que invadía el lugar. Ahora nos espera La Mujer Dormida o Iztaccíhuatl.











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